Situado en una zona forestal, a unos 550 metros de altitud en el término municipal de Amurrio, cercano a los barrios de San Roque, Mariaka, Aldama, Pardio y Onsoño. «Para un profano, son un montón de piedras», explica Juanjo Hidalgo, el experto que ha analizado junto a Andoni Aldama, su descubridor, el amontonamiento de piedras en Elexazar. Sin embargo, debajo podría haber restos que dieran alguna pista acerca del topónimo,’iglesia vieja’, y, por eso, Hidalgo ha solicitado una autorización a la Diputación alavesa para realizar una excavación arqueológica en profundidad que desvele el misterio. «Es posible que no aparezca nada, porque los restos no son claros», se apresura a puntualizar el investigador, pero también hay evidencias que hacen sospechar de la presencia de una iglesia en la zona que podría haber servido antes del siglo XVI para poblar el entorno, como ocurre en otros lugares, como Aldama, Onsoño o Trespaderne. En el caso de Elexazar, no existen testimonios escritos de la presencia de edificios, pero la tradición oral sí habla de una iglesia antigua.
El túmulo localizado tiene unas dimensiones de 16 por 16 metros cuadrados y una altura de un metro y medio. Aunque se trata de piedras amontonadas unas sobre otras sin forma definida, «es el aspecto que podría tener un edificio al derrumbarse», explicó Hidalgo. Sobre las piedras se ha depositado hierba y han crecido árboles y maleza.
El descubrimiento del túmulo se realizó durante los trabajos de acondicionamiento del ‘naturbide Kortina’, una de las rutas que rodean Amurrio y que sirven para mostrar la riqueza del valle. En ese caso, se pueden encontrar ericeras, para conservar las castañas, o caleros, donde se elaboraba la cal hasta primeros del siglo pasado.
En la primera cata ya se aprecian las estructuras de la construcción. Estamos a la espera de que aparezcan los primeros restos para datar y confirmar el uso de la misma.
Situado en una zona forestal, a unos 550 metros de altitud en el término municipal de Amurrio, cercano a los barrios de San Roque, Mariaka, Aldama, Pardio y Onsoño. «Para un profano, son un montón de piedras», explica Juanjo Hidalgo, el experto que ha analizado junto a Andoni Aldama, su descubridor, el amontonamiento de piedras en Elexazar. Sin embargo, debajo podría haber restos que dieran alguna pista acerca del topónimo,’iglesia vieja’, y, por eso, Hidalgo ha solicitado una autorización a la Diputación alavesa para realizar una excavación arqueológica en profundidad que desvele el misterio. «Es posible que no aparezca nada, porque los restos no son claros», se apresura a puntualizar el investigador, pero también hay evidencias que hacen sospechar de la presencia de una iglesia en la zona que podría haber servido antes del siglo XVI para poblar el entorno, como ocurre en otros lugares, como Aldama, Onsoño o Trespaderne. En el caso de Elexazar, no existen testimonios escritos de la presencia de edificios, pero la tradición oral sí habla de una iglesia antigua.
El túmulo localizado tiene unas dimensiones de 16 por 16 metros cuadrados y una altura de un metro y medio. Aunque se trata de piedras amontonadas unas sobre otras sin forma definida, «es el aspecto que podría tener un edificio al derrumbarse», explicó Hidalgo. Sobre las piedras se ha depositado hierba y han crecido árboles y maleza.
El descubrimiento del túmulo se realizó durante los trabajos de acondicionamiento del ‘naturbide Kortina’, una de las rutas que rodean Amurrio y que sirven para mostrar la riqueza del valle. En ese caso, se pueden encontrar ericeras, para conservar las castañas, o caleros, donde se elaboraba la cal hasta primeros del siglo pasado.
En la primera cata ya se aprecian las estructuras de la construcción. Estamos a la espera de que aparezcan los primeros restos para datar y confirmar el uso de la misma.
Situado en una zona forestal, a unos 550 metros de altitud en el término municipal de Amurrio, cercano a los barrios de San Roque, Mariaka, Aldama, Pardio y Onsoño. «Para un profano, son un montón de piedras», explica Juanjo Hidalgo, el experto que ha analizado junto a Andoni Aldama, su descubridor, el amontonamiento de piedras en Elexazar. Sin embargo, debajo podría haber restos que dieran alguna pista acerca del topónimo,’iglesia vieja’, y, por eso, Hidalgo ha solicitado una autorización a la Diputación alavesa para realizar una excavación arqueológica en profundidad que desvele el misterio. «Es posible que no aparezca nada, porque los restos no son claros», se apresura a puntualizar el investigador, pero también hay evidencias que hacen sospechar de la presencia de una iglesia en la zona que podría haber servido antes del siglo XVI para poblar el entorno, como ocurre en otros lugares, como Aldama, Onsoño o Trespaderne. En el caso de Elexazar, no existen testimonios escritos de la presencia de edificios, pero la tradición oral sí habla de una iglesia antigua.
El túmulo localizado tiene unas dimensiones de 16 por 16 metros cuadrados y una altura de un metro y medio. Aunque se trata de piedras amontonadas unas sobre otras sin forma definida, «es el aspecto que podría tener un edificio al derrumbarse», explicó Hidalgo. Sobre las piedras se ha depositado hierba y han crecido árboles y maleza.
El descubrimiento del túmulo se realizó durante los trabajos de acondicionamiento del ‘naturbide Kortina’, una de las rutas que rodean Amurrio y que sirven para mostrar la riqueza del valle. En ese caso, se pueden encontrar ericeras, para conservar las castañas, o caleros, donde se elaboraba la cal hasta primeros del siglo pasado.
En la primera cata ya se aprecian las estructuras de la construcción. Estamos a la espera de que aparezcan los primeros restos para datar y confirmar el uso de la misma.