Andanzas y peripecias de un topónimo “Sierra de Cantabria”

Salvador Velilla Córdoba

No tenía intención de escribir, incluso tras  conocer la decisión oficial de extender el nombre “sierra de Toloño”  a toda la cadena, desde las conchas de Haro hasta la peña de Lapoblación. Pero como, quien calla otorga, no voy a callar y trataré de seguir paso a paso la secuencia de hechos que han conducido a este desenlace, procurando, aunque sea difícil, ser breve. Conste que no hubiera dado un paso, si las conversaciones con gentes de Rioja Alavesa y de la Montaña, los acuerdos de ayuntamientos y asociaciones, así como de la Cuadrilla de Laguardia-Rioja alavesa, no hubieran apoyado desde el primer momento que la sierra que está al sur de Álava se ha conocido y se conoce con los nombres de Sierra de Toloño, Sierra de Cantabria y Sierra de Codés.

En los años 70/90 nadie cuestionaba la denominación de la cadena montañosa situada al sur de Álava: “Al sur de la provincia y separando dos comarcas alavesas la Montaña y la Rioja, se alza una alineación montañosa, nítida y continua…Aunque su continuidad topográfica y, sobre todo, estructural y litológica es manifiesta, se divide en tres sierras, que, de este a oeste, son las de Codés, Cantabria y Toloño” (Rosario Galdos-Eugenio Ruiz Urrestarazu, Álava en sus manos, 1983, Vol. I, pág. 96). Se puede consultar infinidad de libros, artículos eruditos, de prensa, manuales, etc.,  incluso en muchos de ellos se daba el nombre de sierra/cordillera de Cantabria a toda la cadena montañosa.

A mediados de los ochenta, José Antonio González Salazar, estando de sacerdote en Bernedo, comenzó a trabajar en la toponimia alavesa, siendo editado por la Diputación Foral de Álava el año 1986 un tercer cuaderno bajo el titulo Toponimia menor de La Rioja Alavesa. Ya en el prólogo se leía: “Aunque oficialmente la sierra, que separa esta comarca del resto de Álava, se le conoce con el nombre de Cantabria, los habitantes de la zona le llaman sierra de Toloño a toda ella”. Para Baños de Ebro escribía: “A la sierra que es comunera, la reconocen con el nombre de Toloño”. No era la primera vez que González Salazar se inclinaba por extender el nombre de Toloño a toda la cordillera, tratando de borrar el de sierra de Cantabria pues nada menos que veinte años antes, había escrito: “”Al sur la sierra de Cantabria, o de Toloño como la llaman los naturales de ambas vertientes…Entre el valle regado por el río Ega, que se estira entre los montes de Izquiz y sierra de Toloño”. (Anuario de Eusko-Folklore, 1975-76, pág.169)

Pues bien, en 1989 la Comisión de Onomástica de Euskaltzaindia encargó “un dictamen  acerca del nombre de la Sierra de Toloño cuya redacción original fue encomendada…” ¿a quién les parece que se encomendó el informe?  Pues sí, “a D. José Antonio González Salazar, miembro de dicha comisión y conocido especialista en toponimia de Álava”. El Dictamen, ya le dije en su día al autor, era muy pobre, estaba lleno de lagunas y se hacían afirmaciones sin contrastar. Euskaltzaindia encargó el dictamen, Euskaltzaindia le dio el visto bueno y Euskaltzaindia se cuidó de enviarlo a los dirigentes políticos de entonces, incluso antes de que, en primavera de 1990, se publicara en la revista Euskera, órgano oficial de Euskaltzaindia. El 22 de Enero Enrique Knör había escrito al Diputado General de Álava y al presidente de la Cuadrilla de Laguardia-Rioja Alavesa solicitando su “aquiescencia a la recuperación y promoción del nombre histórico de Sierra de Toloño, en lugar de Sierra de Cantabria”. Nuestros dirigentes políticos ni se enteraron, dando pase al escrito. El Departamento de Política Lingüística del Gobierno Vasco probablemente tampoco. Es decir, la Comisión de Onomástica fue la que llevó la iniciativa y todo el proceso, desde principio al fin, pasando por alto que es un órgano consultivo y que  quien decide en estos temas es el Gobierno Vasco.

Cuando en 1996 compré un mapa de la parte central y oriental de la zona me llevé una sorpresa mayúscula: “Arabako Errioxa, Toloño Mendikatea/Sierra de Toloño, Rioja alavesa” se leía en la portada;  digo sorpresa, pues hacía pocos años que había escrito un libro, editado por la Diputación Foral, en el que hacía un canto a la sierra de Cantabria, tras un ascenso a sus cumbres, embelesado por las vistas  que ofrece y también por la capa el cierzo o efecto Foëhn. Cogí la grabadora y en varios fines de semana entrevisté a gentes de edad del norte y sur de la sierra que encontraba por calles y caminos, o trabajando las tierras. La práctica totalidad de las casi setenta entrevistas que hice respondieron que para ellos la sierra ese llamaba  Cantabria y que Toloño era el monte o sierra estaba sobre Labastida, “más allá de Peñacerrada” como decía la gente de la Montaña. Convoqué a las asociaciones culturales de Rioja alavesa y de la Montaña y todas menos una acordaron que se recuperara al nombre de sierra de Cantabria para la zona comprendida entre Ribas de Tereso y la Peña de Lapoblación. Igual acuerdo acordaron en pleno trece de los quince  municipios de Rioja Alavesa y dos de la parte norte, no manifestándose en contra ninguno. La misma solicitud fue suscrita más tarde por la Cuadrilla de Laguardia-Rioja alavesa en dos ocasiones. Si la respuesta no hubiera sido tan amplia y positiva, Salvador Velilla se hubiera retirado. Toda esta documentación se envío al Departamento de Política Lingüística del Gobierno Vasco, así como a la Real Academia de la Lengua Vasca/Euskaltzaindia, que la recibieron con un silencio absoluto. El Departamento de Política Lingüística se inclinó por apoyar la versión de la Comisión de Onomástica de Euskaltzaindia, haciendo oídos sordos a ayuntamientos, asociaciones, mancomunidad…, ignorando su afirmación de que, en este tema, trabajan junto con los ayuntamientos. Desde entonces hasta ahora.

En los años 2005 a 2007, cuando el instituto Deiker hizo la revisión de la toponimia de Álava, resulta que nadie les dijo que la sierra se llamara Cantabria, sólo recogieron en mapas orales la denominación Sierra de Toloño. El Departamento de Política Lingüística reconocía esta omisión  diciendo “…no podemos saber si (el no haber recogido Sierra de Cantabria) se debe a que los informantes no lo usaban para denominar la sierra o a otra razón que desconocemos…” (Patxi Baztarrika, 2014).Al parecer, en el Departamento nadie sabía de los acuerdos de los ayuntamientos y asociaciones, las cintas grabadas, la prensa diaria…El caso es que, al no “existir” sierra de Cantabria, el Departamento de Política Lingüística no lo normalizó.

En el 2016  la Viceconsejería de Política Lingüística del Gobierno Vasco decide encargar un Informe a “un experto en toponimia… el estudio y el análisis de la cuestión relacionada con las denominaciones Sierra de Toloño y sierra de Cantabria”.  El informe, entregado para finales de Febrero, aconseja: “la utilización de los tres nombres: Toloño-Cantabria-Codés”.  Y “en escalas menores habría que utilizar un solo nombre. Para ello, Cantabria sería el más adecuado”. El Informe no se ha enviado ni a ayuntamientos, ni a asociaciones del entorno y salió a la luz a preguntas de un parlamentario del PP en la Cámara Vasca. Dejo a los lectores que opinen si, el no darlo a conocer, puede deberse a que el Informe fuera malo o a que no compartía la tesis mantenida por Euskaltzaindia y apoyada por el Departamento de Política Lingüística.

Ese mismo verano del 2016, el grupo Socialistas Vascos presenta en la Cámara de Vitoria-Gasteiz unas preguntas  sobre cómo se elabora la toponimia en Euskadi y por  la existencia de un Informe, que desconocen, sobre las sierras de Toloño y Cantabria. Se deja correr el tiempo, se convocan elecciones al Parlamento Vasco y la pregunta decae, no se responde. ¿Tenía el  Departamento de Política Lingüística ya en mente el apoyo incondicional a un libro “realizado en el seno de la Real Academia de la Lengua Vasca-Euskaltzaindia”, en palabras de la Viceconsejera? Dejo al lector que responda. Lo que queda claro es que no apoya el Informe que el propio Departamento había solicitado, decantándose por el libro realizado por encargo de Euskaltzaindia.

Noviembre de 2017. Se presentó en el Museo Artium de Vitoria-Gasteiz el libro Sierra de Toloño, nexo de la Montaña y La Rioja alavesa, arropado por Euskaltzaindia, por el Departamento de Política Lingüística del Gobierno Vasco y por el Departamento de Euskera de la Diputación Foral de Álava. Y, por favor, no se extrañen, pero volvemos al principio. Euskaltzaindia no encarga el Informe al Departamento de Geografía e Historia de la UPV, encarga el informe a José Ángel Chasco, alguien que ya el año 1996 (hace 22 años!) escribía sobre la sierra: “…el verdadero y auténtico nombre es el de Sierra de Toloño…a la sierra se le debe llamar Toloño, desterrando para siempre el nombre erróneo de Cantabria…” (Carta a Salvador Velilla, 26 de Febrero de 1996 que, años antes, en 1994 escribía: “…montes de Toloño, Sierra de Cantabria y peña del León Dormido”). Un libro, por cierto, que aporta algunas citas inéditas, pero no ha presentado ningún documento anterior a 1850 en que se recoja la denominación sierra de Toloño para la parte central y oriental y que por tanto no contiene ninguna prueba documental que cuestione el topónimo sierra de Cantabria.

Podríamos acabar aquí, pero vale la pena pararse en la carta enviada por la Viceconsejera de Política Lingüística del Gobierno Vasco al Instituto Geográfico Nacional el 20 de Junio del 2018. En ella podemos leer: “La denominación Sierra de Cantabria, presente también sin duda alguna en el uso oral actual junto a Sierra de Toloño entre los habitantes de la Rioja Alavesa, debería recogerse a nuestro juicio como una variante del nombre de la misma”. Esta solicitud llega con once años de retraso y no puede tomarse como una concesión de la Viceconsejería. El Departamento de Política Lingüística del Gobierno Vasco sabía perfectamente  que ya, el 19 de diciembre del año 2007, la Comisión Nacional de Nombres Geográficos  había aceptado para el Nomenclátor Geográfico Conciso su solicitud de adoptar “Sierra de Toloño” (castellano) como nombre preferente, junto con “Toloño mendikatea” (euskera) como variante. En la nueva cartografía aparecía  rotulada “Sierra de Toloño” (añadiendo para el País Vasco la forma vasca), sin que los responsables de las comunidades de La Rioja ni Navarra objetaran nada. Que se recogiera también el nombre de “Sierra de Cantabria”, como variante castellana, fue una aportación del personal del Instituto Geográfico Nacional allí presente,  de ninguna manera una gracia del Departamento de Política Lingüística del Gobierno Vasco.

Legitimidad de Toloño? El año 1289 el rey castellano Sancho el IV concedió una merced a Labastida, Peñacerrada y otros pueblos para gozar de aguas, pastos y leña en la Sierra de Toloño. Esta comunidad de pastos se conoció como los Montes Altos de Toloño o del Rey, estando aún vigente como montes de “Toloño”, en jurisdicción de la villa de Peñacerrada. Desde entonces hasta nuestros días no ha dejado de usarse esa denominación, montes/sierra de Toloño, pero para la parte más occidental de la cadena montañosa situada al sur de Álava y de manera especial en la documentación que se conserva del monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles en los Montes altos de Toloño. El mojón que separaba  los Montes Altos de Toloño (Castilla) de la jurisdicción de San Vicente (Navarra) estaba debajo de la pila del agua bendita del santuario, de modo que las tierras occidentales del Toloño,  castellanas, nada tenían que ver con la Comunidad de Villa y Tierra de Laguardia, que no ha tenido nunca  relación con Toloño (excepto en la compra accidental de nieve), pues ninguno de sus pueblos ha participado en las numerosas romerías, a las que sí acudían todas las aldeas deTreviño.

La mayoría de nombres de ríos y montañas se instituyeron cuando se comenzaron a publicar los grandes Diccionarios Geográfico-Históricos, (al río Nervión, en Orduña, se le conocía hasta muy tarde como río Caudal, por su mayor tamaño). Y ahí, un alavés de pro, escribió por primera vez Cordillera de Cantabria, hacia 1799, al referirse a la sierra que estaba al sur de su pueblo, Peñacerrada. Llamada o que llamaban (Chasco) eran expresiones usadas indistintamente.  Desde entonces hasta hoy, ha sido el nombre más usado, quedando Toloño para la parte más occidental. La denominación Sierra de Toloño, no  aparece antes del año 1870 en la parte central y oriental siendo una traslación del nombre,  ya que varios mapas  y también textos municipales usaban la denominación Cordillera de Cantabria. Explico esta traslación en  la revista Sancho el Sabio, nº 37, año 2014. El autor del primer dictamen de Euskaltzaindia desconocía  el por qué de ese traslado del nombre y mezcla churras con merinas en sus citas. En resumen, responde mucho mejor al devenir de la Historia, monte sierra/de Toloño para la parte más occidental (castellana hasta la incorporación de Labastida a Álava) y sierra de Cantabria para la zona desde el Puerto de Rivas hasta la Peña de Lapoblación. Además, así lo ha dejado asentado el uso de las gentes. De modo que monte/sierra de Toloño tiene toda legitimidad para designar a la parte más occidental, no para la central y oriental que ha ganado con todo derecho la denominación Sierra de Cantabria.

 

LAGUARDIA/GUARDIA, réplica

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Estimado señores:

En un reciente artículo de su publicación Aztarna recogen y entresacan unas frases entrecortadas de mi libro «Rioja Alavesa habló euskera en la Edad Media», en relación con un aspecto puntual y anecdótico relativo a la hipótesis que planteo de que Laguardia podría venir del Legarda citada en el Fuero de Logroño.

Recogen en Aztarna una carta escrita en Berberana hace medio año por nuestro común amigo Salvador Velilla que sostenía sus dudas al respecto. Me sorprende, sin embargo, que no hayan incluido la réplica que me publicó la misma revista Berberana hace ya tres meses. Es por esto que me acojo al derecho de réplica con ustedes, pues incorporan la carta de Salvador pero no mi respuesta «Laguardia también habló euskera en el medievo», escrito que les adjunto porque veo que no lo conocen.

Les adjunto también unos párrafos de otro libro mío sobre Logroño para que vean que esta villa era muy pequeña en la Edad Media y no empieza a crecer hasta la descomposición del reino de Navarra y la absorción de Laguardia por Castilla a lo largo del XV.

Y vienen las anteriores matizaciones a cuento del plano que utilizan como prueba documental para decir que el Legarda citado en el fuero de Logroño es la pequeña aldea junto a Mendavia. El plano de ese librito elaborado por dos profesores de EGB para los niños de Logroño no tiene ningún rigor histórico y solo pretendían situarles a los niños los nombres que aparecen en el fuero:San Julián, Marañón, Legarda, Viguera,…

a)Hacer llegar la jurisdicción de Logroño hasta la villa de Viguera situada a unos 20 km hacia el sur es ignorar completamente la historia de La Rioja y del reino de Navarra. Porque Viguera en el siglo XI no es, como hoy, un punto en el mapa, es llamado «reino de Viguera» dependiente del reino de Pamplona y se extendía por los valles del Iregua y Leza, desde las cumbres hasta casi el Ebro. En la época del Fuero de Logroño, a la jurisdicción de Viguera pertenecían aldeas como Alberite o Lardero situadas a 3 km de Logroño por el sur( le adjunto una publicación con un planito informal)

b)Igualmente hacer llegar la jurisdicción de Logroño por el norte hasta Marañón, villa situada a 20 km, es un gran error. La villa no existía cuando el Fuero de Logroño, sino el castillo de Marañón situado en el monte conocido hoy como «el león dormido», sobre Meano y dominaba no solo el alto Ega sino estas faldas de la Sierra que llegaban casi hasta el Ebro, por supuesto Lapoblación, San Miguel de Bihurko, Yécora,… Oyón por esas fechas se cita como perteneciente a la Catedral de Pamplona.

c) Por el oeste las cosas son parecidas. El dominio de Ventosa era muy amplio y además había zonas que eran dominio regio y estaban excluidas de cualquier reparto, por ejemplo, el Privilegio concedido por la viuda del rey de Pamplona hacia 1060 constituyendo «Las Siete Villas del Campo» que incluía Daroca, Entrena, Sojuela, Hornos, Medrano, Fuenmayor, Navarrete,… lugares situadas a 5-10 Km de Logroño por el W-SW y que estaban ajenos completamente a Logroño en los siglos XI-XII y XIII.

d) Por el este pasaba igual.Las aldeas más próximas (6-10 Km) de Agoncillo y Arrubal pertenecían en los siglos XI y XII al lejano Monasterio de San Juan de la Peña y a la Catedral de Calahorra,…Alcanadre al Temple,…

Lo que les quiero destacar hasta aquí es que Logroño en los siglos XI y XII es un pequeño lugar (estudios demuestran que la primera configuración era más pequeña que la almendra de Laguardia), con unas 200 familias y que el radio de acción de sus labradores era el habitual, una legua aprox. Sólo que con un peligroso Ebro por el norte que se convierte en frontera de guerra hacia 1176. El gran error de ese plano infantil que incorporan como prueba es que los labradores de Logroño no cruzan el Ebro hasta el tiempo de paz con Carlos III el Noble,… y luego con la descomposición de Navarra irán intentando coger trozos, primero Assa, Laserna, luego Oyón, Moreda,…incluso Labraza quisieron absorber en el XVI.

Pero no les adjudiquen ustedes al Logroño del 1095 las tierras de la orilla norte porque ahí tenían unas fortalezas navarras como Assa, Marañón,…que no se lo permitían. Incluso Sancho el Fuerte, más de cién años después del Fuero, tenía frente a Logroño una torre vigía en el monte el Corvo situado a un kilómetro del Espolón logroñés.

Logroño estaba constreñida por el norte por el rey de Navarra y era poco más que una pequeña bastida neutral del Camino de Santiago dotada con un puente. Y estaba constreñida por el sur por el Señor de Viguera y los Cameros y por el Monasterio de Albelda, por el oeste por Santa María de Nájera y San Millán, por el este por el Cabildo de Calahorra,…Fijénse hasta que punto estaba constreñida que sus hoy barrios de Varea y El Cortijo situados a 2-3 km a izda y dcha del casco medieval eran bosques reales que no perteneciían en la Edad Media a la villa de Logroño.

Y dejo para el final el argumento más importante, el Fuero de Laguardia. Este documento redactado siete décadas después del de Logroño deja clara la jurisdicción de Laguardia: hasta el famoso soto de Eneco Galindez que está al noreste de la villa logroñesa. Es decir, todo el límite norte de Logroño al otro lado del Ebro es Laguardia-Legarda. Ese es el límite norte que señala el fuero de Logroño. Y no puede ser el Legarda de Mendavia ( ni ninguna de las muchas legardas del reino de Navarra), porque el Legarda mendiavés está al otro lado de la frontera, a veintitantos kilómetros, y tras un bosque ribereño impracticable (coto de caza del rey de Navarra)y porque esa Legarda es una minúscula aldea que al poco tiempo no es sino una ermita de la villa de Mendavia.

Por esas razones y muchas otras que me gustaría explicar a las gentes de Ayala amantes de la historia de Euskal Herria y del euskera, solicito de ustedes que me concedan el derecho a réplica.

Atentamente

Miguel Larreina González

LAGUARDIA/GUARDIA y su denominación

Sabido es que Laguardia recibió Fuero de población del rey navarro Sancho el Sabio el año 1164: “Facio hanc cartam omnibus populatoribus de la Guardia tam presentibus quam futuris…”, siendo uno de los testigos firmantes Rodrigo como conde “in la Guardia”, de modo que la villa es conocida desde entonces con el nombre de Guardia, La Guardia y Laguardia. Sin embargo, algunos de los autores que se han ocupado de este tema opinan que anteriormente al Fuero pudo tener otro nombre, como escribía el año 1959 Emilio Enciso, pero sin aventurarse por uno o por otro: “No puede cabernos duda de que en tiempos anteriores a Sancho el Sabio existía ya Laguardia…Sin embargo, podemos afirmar, sin duda alguna, que no siempre se llamó así… ¿Cuál fue, pues, su nombre primitivo? No lo sabemos…Pudo llamarse Biasteri, pero no hay prueba positiva de ello…” (Laguardia en el siglo XVI, págs. 14- 20).
El año 2003 la Real Academia de la Lengua Vasca/Euskaltzaindia emitió un dictamen diciendo que el nombre eusquérico de Laguardia no era Biasteri (como había aventurado Miguel M. Ballesteros), sino Guardia, emitiendo el año 2005 otro dictamen acordando que Biasteri era el nombre en euskera de Viñaspre. En la primavera del año 2010 Salvador Velilla Córdoba escribió un artículo afirmando que el nombre de Biasteri era una mala lectura de Binasperi y que, por lo tanto, no correspondía -como nombre propio de pueblo- ni a Laguardia ni a Viñaspre, pues en Rioja Alavesa no había existido ningún pueblo con el nombre de Biasteri. Meses más tarde Euskaltzaindia emitió un dictamen con esta misma conclusión. Vueltas y vueltas que se hubieran ahorrado, si la Real Academia de la Lengua Vasca hubiera hecho un estudio serio cuando publicó el primer Nomenclátor.
Recientemente Miguel Larreina ha publicado un libro con el título “Rioja Alavesa habló Euskera en la Edad Media” y en sus páginas se inclina abiertamente por defender que las gentes que poblaron la colina de Laguardia-Guardia, llamaron a su pueblo con el nombre eusquérico de Legarda antes de obtener el Fuero el año 1164. Para defender su tesis, Miguel Larreina se apoya en el Fuero de Logroño, fechado el año 1095, es decir 69 años antes que el Fuero de Laguardia. Si en el Fuero de Logroño, argumenta el autor, aparece el nombre de Legarda 69 años antes de que se diera el Fuero a Laguardia, Legarda era el nombre del primitivo poblado: “…propongo que Laguardia es un Legarda deformado: el poblado altomedieval en el que empieza nuestra historia reciente estaba habitado por euskaldunes que le pusieron el nombre más lógico” (o.c., págs. 70/71).
Puede que Larreina tenga razón…, pero puede que esté equivocado, al basar su razonamiento en dos pilares que quizás tengan otra lectura:
– En primer lugar, hay que desterrar la idea de que una población comenzaba a existir al recibir el Fuero y que, por consiguiente, carecía de nombre hasta ese momento o tenía otro. Logroño recibe el Fuero el año 1095 y, sin embargo, es citada el año 956 en una donación que el rey de Pamplona, García Sánchez I, hace al Monasterio de San Millán: “…duas villas, id est Locrunio et Asa…”. Logroño se llamaba Logroño muchos años antes de que le otorgaran Fuero.
-Larreina afirma: “….Laguardia” o “Guardia” no se parecen en nada a nuestra pequeña aldea sonserrana “Legarda” en el Fuero de Logroño” (o.c., pág. 69).
Legarda-mapa-webRespecto a esta afirmación de Larreina, conviene decir que, con ocasión del 900 aniversario del Fuero de Logroño, el Ayuntamiento editó un folleto titulado “Transcripción y traducción del Fuero de Logroño” en cuyo apartado 34 vienen los límites dados a Logroño: “Et istos términos habent istos populatores de Logronio: per nomen de Sancto Juliano usque ad illa Ventosa, et de Beguera usque ad Maraignon et usque in LEGUARDA”. Y en la disposición nº 55 se lee: LAGARDIA. Es decir, en el original del Fuero de Logroño aparecen las palabras Leguarda y Lagardia, pero no Legarda.
-El siguiente pilar en el que asienta su tesis Larreina es la localización del poblado de Legarda, al que identifica con la villa de Laguardia. Escribe Larreina en su libro: En el Fuero de Logroño “se dice que los límites de Logroño llegarán por el norte “usque Maraignon et usque in LEGARDA…La vinculación del nombre de “Legarda” con Laguardia tendría, por otro lado, una lógica cierta…” (pág. 70 del libro).
Sobre esta segunda argumentación que hace Larreina tengo que decir que la mayoría de los autores se inclinan por opinar que, cuando en el Fuero se dice que Logroño llega por el norte hasta Leguarda, este Leguarda no se refiere a Laguardia, sino a Legarda, una pequeña población que hubo en las cercanías de Mendavia y cuyos restos pueden ser la ermita, aún en pie, de Nuestra Señora de Legarda, no lejos del río Ebro y cercana a Mendavia, en Navarra. La población de Legarda ya aparece citada el año 947, cuando el rey de Pamplona García Sánchez I dona las primicias de esta población a la iglesia de San Martín de Berberana, cerca de Agoncillo.
Convendría, pues, buscar otras argumentaciones para afirmar que Laguardia, antes de tener el Fuero, se conoció con el nombre de Legarda.
El Sur está al Norte
Primavera del 2014.
Nota: El mapa de la ilustración está tomado del libro “El Fuero de Logroño”, editado por el Ayuntamiento el año 1995, y escrito por Ángel Urbina Merino y Fernando Arnedo Franco.